viernes, 22 de julio de 2011

Nácar (ahora India)

Mi pequeña payaseta, cuanto ha cambiado esta peludita, el primer día que llegó a casa, tenía miedo hasta cuando encendía las luces, le puse una mantita en el comedor y allí se hizo un ovillo y no se movió durante horas, los primeros paseos fueron duros, pero con Zar a su lado fue cogiendo confianza y hasta le ladraba a los perros cuando los veía de lejos.
Nácar ha sido muy especial, tanto que no podré nunca dejar de pensar en ella, ni de sonreír con la mirada perdida cuando abro la puerta y espero que venga dando saltos moviendo su rabo ritmicamente y con una luz especial en su mirada, verla resurgir y aprender a jugar, a vivir, a saber lo que significa una caricia, aprendió a hacer un Sit y viendo que además había premio no daba un paso a mi lado que no fuera para sentarse.
El día que la esterilizaron no me moví apenas por la noche de su lado, me rompía el alma oírla llorar y cuando estaba a su lado, cerraba los ojitos, apoyaba su hocico en mi pierna y respiraba profundamente, durante esos ratitos la notaba dormir tranquila, segura y yo sin dejar de acariciarla y decirle cosas al oído, también conseguí relajarme y por fin dormir, las dos conseguimos dormir, Zar nos acompañó aquella noche, de lejos, sin molestar, como si supiera que aquello era cosa de nosotras dos, que él no debía molestar, por mucho que le doliera oírla llorar. A la mañana siguiente, me desperté de la mejor manera que uno se puede despertar, con los dos lavándome la cara y empujándome con su hocico, a pesar del sueño que tenía y del dolor de cuerpo por la mala postura, no me pude reprimir la carcajada y disfrutar de esa felicidad, esa que te llena el corazón de optimismo y de alegría.

A los pocos días me dejó para irse con su familia adoptiva, el día nos acompaño nublado y lluvioso, como estaba yo, sabía que mi niña, se iría y sería feliz, pero mi corazón se rompía, se res quebrajaba por momentos, cuando llegó el momento no pude evitar echarme a llorar y necesite no mirar, no podía mirar como se iba, el dolor me abrumaba y si en ese momento ella hubiese hecho un gesto de volver conmigo o buscarme no se como hubiese reaccionado, ella sabía que se tenía que ir así, que no debía volver la mirada a tras, que su vida empezaba en otro sitio y que disfrutaría y que siempre estaría presente en mi corazón, que siempre me acompañaría . Se Feliz mi niña.

2 comentarios:

  1. Si ella va poder marxar tan tranquil·la, és perquè tu li vas ensenyar a confiar en els humans.
    susanna

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