viernes, 30 de enero de 2015

Mi pequeña Ira

Hace ya unos meses que te fuiste de nuestro lado, no dejo de pensar en todos aquellos momentos que nos hemos perdido juntas, la vida no es justa y siempre se van los mejores antes de tiempo, pero a ti mi niña, tu que nunca hiciste daño a nadie tu que fuiste tan sutil  siempre, que nunca le quitaste la calma a nadie, más bien al contrario, tu que siempre me esperabas en la puerta de la cocina cuando me oías llegar y sabías darme justo lo que necesitaba, tus miaus acertados, tus mimos silenciosos, tus ronroneos suaves, meses sin verte en casa y aún te veo por el rabillo del ojo, aún noto tu presencia cuando me voy a dormir, aún noto tu dulce lametón de buenas noches y el de buenos días, Zar sigue buscándote y no entiende que la niña, la jefa de mi manada no este ya en su silla, en su respaldo del sofá o subida en la mesa poniendo orden.

Mi niña te echo tanto de menos, maldito cáncer, maldito sea que me arrebata de mis brazos lo que más he querido, no quise dejarte sola en ese momento, a pesar de que los veterinarios me lo propusieron, dejarte y que te llevaran a una fría sala, morir con gente desconocida, con lo que tu aborrecías los desconocidos y los veterinarios, duro acompañarte en ese momento, pero moriste en mis brazos, envuelta en tu mantita y con mis besos, ni una lágrima deje que empañara nuestro momento, nuestro adiós, para eso ya habría tiempo, pero tu debías irte feliz, en brazos de la que más te ha querido en este mundo, de la que daría años de su propia vida para volver a tenerte entre mis brazos, para poder jugar contigo y oírte maullar con ese miau tan característico, tu vela siempre seguirá encendida a tu lado, ningún otro podrá sustituirte jamás.

Te quiero mi niña, espero que allá donde estés puedas verme y escaparte un ratito y poder lamer mis heridas, yo seguiré soñando que estas aún aquí, que fue un mal sueño y que nada ni nadie te ha arrebatado de mis brazos.


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