Este es Drac, mi otro niño que me tiene robado el corazón:
PD: Pongo la nota, que me pongo a hablar de Drac y se me olvida lo que iba a hacer, jejejejeje.
Qué significa ser casa de acogida
Sé que se ha escrito mucho sobre ello, pero yo no voy a dejar de poner mi granito de arena.
Cuando me decidí a ser casa de acogida, tenía muy claro que Nácar saldría tarde o temprano hacía una casa donde la quisiesen y le dieran todo lo que necesitaba, amor, comprensión, cariño, normas, paciencia. No por ello deja de ser doloroso pensar que en poco tiempo esa cosita que has ayudado, enseñado y cuidado como si de tu propio perro se tratará se irá.
Ser casa de acogida significa sacrificio y mucho amor hacía los animales, sin estas dos pesquisas es imposible que la cosa salga bien. Sacrificio porque tu vida cambia y gira alrededor de ellos y para ellos, tu forma de ver la vida deja de tener sentido si ellos no entran en ella, tus prioridades cambian. Amor porque sin ese amor, no podrías entregar al perro que tienes en acogida, no solo amor por el que ahora ocupa ese espacio, amor por los cientos de perros que necesitan una oportunidad, un hueco, alguien que este dispuesto a luchar por ellos.
Muchos llegan rotos, por dentro y por fuera y en las casas de acogida intentan componer y alentar esa personalidad escondida por los golpes, el maltrato, el desprecio, la indiferencia....y aquí vuelve a aparecer el amor hacía los animales. porque no hay tiempo para la lastima, para el desaliento, hay que cerrar el corazón de ese dolor y hacer ver que no pasa nada y darle todo lo que ese animalito hundido, triste y descorazonado necesita.
No es fácil ser casa de acogida y no lo diré por mi, sino por las que ya llevan años luchando para darle voz a los que por desgracia no tienen y se han convertido en invisibles para esta sociedad.
Pero siempre hay cosas positivas, el ver resurgir a ese ser maravilloso, comprobar como hace dos meses no se movía de un rincón acurrucada y ahora duerme debajo de tu mesa del ordenador apoyando su cabeza en tus pies, como cuando llegas a casa, es toda alegría, y te recibe con la mejor de sus sonrisas, y tú ves esa cara de agredecimiento y de pura felicidad que se te encoge el alma, pero piensas, una más en la lista de finales felices y coges aire y ya estás pensando en el siguiente.
Gracias a todas las casas de acogida que existen y que poco a poco van surgiendo más, porque sin ellas, yo no tendría a Zar, el que tanto me ha enseñado y sin querer me ha demostrado que la felicidad muchas veces viene disfrazada en ángeles de 4 patas que te entregan su alma y su corazón.
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