Oli

Mis ojitos de miel, de está preciosidad solo pude disfrutar 3 semanas, no tuvimos mucho tiempo para conocernos a fondo, pero también dejo su huella, aunque Oli tiene la virtud de no hacer ruido, de estar sin estar, de no querer molestar, es como si no quisiera que se la vea, pero mi pequeña eso a las 6 de la mañana no pasaba, ehhhh, jajajaajjaja. Aún recuerdo cuando venía moviendo el rabo a mi habitación y me daba con el hocico, los primeros segundos yo no reaccionaba y ella viendo que no le hacía mucho caso, utilizaba la técnica que mejor le funcionaba, ladrar, cualquiera se resiste a eso (pensaría ella), yo intentaba utilizar la técnica de ignorar, pero su tono era cada vez más elevado y mis vecinos creo que sacarían sus instintos más bajos, por tanto, me levantaba con cara de sueño, no, lo siguiente.

Lo que más gracia me hacía era ver a Zar como la miraba, ponía cara de decir, pero chiquilla, donde vas a estas horas, que si miras por la ventana, las calles aún no están puestas, pero bueno ya con las pilas puestas a la calle a disfrutar, como era muy señorita y le costaba mucho hacer sus cosillas atada, pues la llevaba a un pipican que a esas horas estaba desierto, y allí la soltaba, para que disfrutara de una mini libertad e independencia que era lo que necesitaba, una vez cumplidas todas sus necesidades, buscaba a Zar para pegarse unas carreras juntos. Como os podéis imaginar Zar nunca rechaza una oferta como esa y siempre está dispuesto, Oli y Zar me regalaron momentos increíbles de complicidad, momentos que nunca olvidaré en los que me llenaban de calma y tranquilidad, esa era Oli, un mar de calma que con solo una mirada es capaz de transmitir. Aunque pasaste de puntillas, tienes un rincocito especial en mi corazón, un ricon que nada ni nadie podrá quitarte, porque fuiste especial, porque supiste aprender a confiar en el ser humano, que a pesar de lo sufrido y tener cicatrices en el corazón, lo has superado y quieres disfrutar de la vida. Sé feliz pequeña