Buenas noches, hoy poco tenemos que contar, Zar duerme placidamente en su manta, Abril, pasa de mantas, camas y demás enseres perrunos, elige el suelo, pero eso sí cerquita mío, no vaya a ser que me escape.
No se si es la manera de tratarlos o mi manera de comportarme, pero al principio, los primeros días se quedan lejos, ausentes, como si no vivieran en mi casa y poco a poco, van acercándose tomando posiciones, hasta que acaban un día cualquiera, tal como hoy, por ejemplo, debajo de la mesa de mi ordenador, apoyando su cabecita en mis pies. Es difícil describir esa sensación, lo que sientes cuando ves que ya no desconfía, que ahora tu eres su pilar, que se siente tan segura que hay se queda, sin pestañear, sin miedo a recibir una patada, un mal gesto, si intento mover los pies, levanta su cabecita y me mira dulcemente, y os juro que aunque se me duerman de la postura no los muevo para no molestarla, a veces pienso que nos preocupamos demasiado en que tengan esto, o lo otro, y ellos solo necesitan estar a tu lado, sentirse queridos y un plato de comida, con eso ellos ya son felices,
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